Así tituló el
sacerdote Alan Mendoza su oración fúnebre en la ceremonia religiosa que celebró
el viernes 23 de mayo de 2014, en memoria de un hombre que dedico los 85 años
de su vida a ser maestro y comunicador. El doctor Luis Eladio Proaño falleció
el miércoles 21 de mayo, a las 19h15, sus restos mortales fueron cremados y sus
cenizas en un cofre reciben el homenaje de sus familiares y amigos en el
Columbario de los “Jardines del Valle”, en el valle de los Chillos.
La oración fúnebre
del Padre Mendoza quien fue Provincial de la Compañía de Jesús en Ecuador y en
la actualidad lidera la Parroquia Fátima de Quito, está disponible en el link http://cort.as/A2d4.
En el mismo acto
religioso intervinieron quien esto escribe para referirse a su conocimiento
personal y profesional del fallecido; el exministro de Defensa Nacional,
general (r) José Gallardo; el periodista y comunicador, Arq. Lolo Echeverría;
el empresario, Ing. Alejandro Pinto; y, el agricultor, Ing. Teodoro Gallegos.
En 1959 cuando la Compañía de Jesús creo en Quito el Colegio San Luis Gonzaga puso al frente del mismo a los siguientes tres sacerdotes: Gonzalo Romero, Luis Rodríguez y Luis Proaño Rosero. Para 1960 Proaño Rosero viajó a los Estados Unidos para realizar estudios en la Universidad de Boston y tras retornar al país y luego de algunos años se desvinculó de la Compañia de Jesús.
Perfil del Dr. Luis
Eladio Proaño
A fin de hacer
trascendente el hecho luctuoso a la opinión pública, se divulgó la siguiente
nota necrológica:
MURIÓ UN HOMBRE
BUENO Y CULTO: EL DOCTOR LUIS ELADIO PROAÑO
María Celia Debali Martínez, uruguaya de nacimiento y nacionalizada en Ecuador fue la esposa del doctor Proaño |
Le sobrevive su
heroica y sacrificada esposa, Celia Debali, nacida en Uruguay pero
nacionalizada ecuatoriana, quien veló por su bienestar hasta el último momento
de su vida. A mediados del año pasado murió José Francisco, hermano del doctor
Proaño y viven aun sus dos hermanas: Bertha y Enma, esta última Sor Teresa de
Sales de la Orden Católica de la Visitación.
Nació en Tulcán el
26 de septiembre de 1929 y fue hijo de Don Enrique Proaño Martínez de la Vega y
de Doña Celia Rosero Navarrete. Los estudios básicos los realizó en su ciudad
natal y los de especialización en Quito, en el Colegia San Ignacio de Loyola de
la Compañía de Jesús, organización religiosa de la que formó parte hasta medidos
del siglo XX.
Lo conocí hace
exactamente 55 años, en 1959, cuando ingrese al Colegio San Luis Gonzaga de
Quito que se fundó en octubre de ese año y en el que el doctor Proaño integró
el cuerpo directivo y de maestros del establecimiento. Inquieto y entusiasta
dejó gratos recuerdos a los 96 integrantes de la primera promoción del Gonzaga.
Previamente ejerció la docencia en el Colegio San Gabriel de Quito.
Su formación
profesional fue impresionante: Licenciado en Humanidades Clásicas y Doctor en
Filosofía por la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE), Licenciado
en Teología por el Weston College, Master en Ciencias de la Comunicación,
Sicología Social e Investigación de la Comunicación por la Universidad de
Boston, ambas de Estados Unidos y estudios de especialización en México.
A más de Director
de la Revista Mensajero y de la Prensa Católica, las dos de la Compañía de
Jesús, fue durante una década Director del Centro Internacional de Estudios
Superiores de Comunicación para América Latina (CIESPAL) y Secretario Nacional
de Información Pública durante el gobierno socialdemócrata del doctor Rodrigo
Borja Cevallos.
Como comunicador se
desempeñó en las televisoras privadas Ecuavisa-Canal 8 y Teleamazonas-Canal 4 y
en las emisoras Radio Bolívar y Radio Democracia, habiendo sido articulista en
los diarios Hoy de Quito, El Universo, El Telégrafo (cuando fue prensa libre e
independiente) y Expreso de Guayaquil y El Mercurio de Cuenca. Entre el año
2000 y el 2007 fue el Editor de la Revista Chasqui, especializada en
comunicación, del CIESPAL, con cobertura regional y mundial a través del
Internet.
Entre sus obras publicadas se cuentan “Iglesia, Política y Libertad
Religiosa”, 1968; “Planificación de la Comunicación”, 1980; “El cuidado diario
de los niños de 3 a 6 años”, 1987 y “La diplomacia pueblo a pueblo”, 1996.
Hasta poco antes de morir supervisó la edición de la que será su obra póstuma:
“Las técnicas modernas de la campaña electoral”, en la que pasa revista a las
formas de “construir políticos”, en la actualidad y en el pasado reciente,
tanto en el Ecuador como en varios países del extranjero.
A más de ejercer funciones en el ramo de la comunicación social, el doctor
Proaño integró el área académica y directriz de la PUCE, de las investigadoras
Gallup International, Sowyer Miller de Washington y Markop de Ecuador; en
proyectos e investigaciones de comunicación con la Organización de las Naciones
Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) y la organización de
Estados Americanos (OEA), Radio Nederland Training Centre de Holanda y la
Fundación Ebert de Alemania.
Como consultor y asesor se desempeño en diversas épocas en la Presidencia
de la República, Presidencia del Congreso, Ministerios de Educación, Obras
Públicas y Defensa Nacional, Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas,
Comandancia General del Ejército, Petroecuador, Dirección de Aviación Civil y
empresas del sector privado, partidos y movimientos políticos, campañas
presidenciales y seccionales. Como docente integró el claustro de la
Universidad Central del Ecuador y la PUCE, del Instituto de Altos Estudios
Nacionales y de la Academia de Guerra del Ejército.
Me atrevo a pensar que sus lemas fueron “haz el bien sin mirar a quien” y
“enseña sin pedir nada a cambio”. Conocedor profundo del griego y latín, su
inteligencia e ilustración sorprendían siempre. El comportamiento humano y de
la sociedad tenía en él su más cabal intérprete; intercambiar con él puntos de
visa sobre el bien, el mal, la divinidad y la muerte descubría escenarios
sorprendentes. “Estoy sobre el bien y el mal y a mi nada me sorprende” solía
decir con pasmosa tranquilidad.
Con la muerte del doctor Luis Eladio Proaño Rosero ha concluido una vida
dedicada al bien y a la cultura, al engrandecimiento del hombre y de su
circunstancia, al aprovechamiento pleno de los recursos de la inteligencia, la
ciencia y la tecnología. Concluye el ciclo de un hombre bueno, de un científico
social, de un educador, en una sola palabra y fundamentalmente, de un
comunicador. Su memoria entre quienes lo conocieron será imperecedera y su
legado lo reconocerán las futuras generaciones a las que educó y con las que
alternó. ¡Gracias!, le digo, allá donde se encuentre.
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