La Dolorosa del Colegio, el faro que guia nuestras vidas
En la vida humana hay experiencias que enriquecen. Quienes hace 47 años ingresamos en el Colegio San Luis Gonzaga de Quito y tras seis años de vida estudiantil llegamos al final del bachillerato o por fuerza de las circunstancias reorientamos nuestros pasos hacia otro plantel, acaso nunca nos imaginamos a los rumbos a los que la vida nos orientaría.
Por sugerencia de Guillermo Gallardo hablé hace unas horas, este miércoles 28 de junio, con el doctor Luis Eladio Proaño, quien como sacerdote jesuita compartió con nosotros la vida estudiantil.
¿Cómo comenzó el Gonzaga?, le pregunté y la parrafada sobrevino imparable.
Era 1959, vivíamos las postrimerías del gobierno socialcristiano del doctor Camilo Ponce Enríquez y los jesuitas resolvieron dar salida a su preocupación social abriendo un Colegio secundario en las dependencias que había abandonado el Colegio San Gabriel, en el centro de la ciudad. Lo financiaron con las limosnas de la Novena de La Dolorosa, becas dadas por benefactores y otras fuentes. El grupo inicial estuvo integrado por 96 muchachos de la más diversa procedencia, que de año en año fueron instalando uno y otro curso. En 1959, el año inaugural, se abrió el primer curso y cuando seis años después, en 1965, empezó a funcionar el sexto curso, habían quedado 29 estudiantes que se bachilleraron en las especialidades de Física y Matemáticas y Química y Biología.
Fue toda una vida y el doctor Proaño, a saltos y brincos, va desgranando una historia de la que fue partícipe. Muchas de sus anécdotas son inéditas y estoy seguro que les conmoverán como me ocurrió a mi.
Así que la propuesta del Guillermo Gallardo, de recibir en una reunión al doctor Proaño, cuenta con mi apoyo. El único problema es que el mencionado exmaestro ya tiene problemas de salud derivados de la edad y no sale de su casa las noches por una complicación bronquial, así que la idea es provocar una reunión, un fin de semana que sea soleado, para tranquilamente reencontrarnos con el pasado.
El Editor